Algunas estrías eran demasiado profundas, me permitían bucear hasta lo más profundo de tus iris oliva y arena.
Algunas estrías eran demasiado profundas, y no alcanzaba a conocer los impulsos eléctricos con los que tus inquietas neuronas charlaban indiscretamente sobre mí.
Algunas estrías eran demasiado profundas, ahí donde tus miedos se dibujaban, escondidos, y no sabía si desde que estaba a tu lado, eran más oscuros o más taimados.
Algunas estrías eran demasiado profundas, y ahí estaba nuestro emplazamiento, en la más pronunciada de todas, buscando la luz del sol y evitando las opiniones ilegítimas. Encontrándonos a los dos.
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