martes, 14 de mayo de 2013

remastered.


-Tengo que ducharme- asentí ligeramente con un gesto de cabeza-, pero estoy muy cansado.
-Báñate,entonces, no corre prisa
-Se necesita paciencia para preparar un buen baño, y yo estoy falto de eso ahora.
-¿Qué? ¿Paciencia? ¡Sólo tienes que esperar a que...! - me miraba suplicante desde la cama mientras yo deshacía la maleta- ¿Enserio?
Asintió divertido y me encaminé refunfuñando al baño, tras dejar un montón de ropa medio desdoblada encima de la banqueta que había a la entrada.
Abrí el grifo de agua caliente de la bañera, y a medida que esta se llenaba, yo dejaba que el tibio vapor que se iba formando me envolviera lenta y suavemente.
Apenas me di cuenta de que Kurt entró y cerró el grifo, echó cantidades ingentes de jabón en la bañera y se sumergió en el agua casi hirviendo después de haberse desnudado. Estaba demasiado ocupada apoyada en el lavabo, mirando a mis pies y pensando en ese año en el que él había desaparecido y me había dejado sola. Un dolor lacerante invadía mi pecho cada vez que esos recuerdos sobrevolaban mi mente, enturbiándola.
-Eh- oír su voz me sacó de mis ensoñaciones-. Ven aquí, anda.
Me senté en el borde de la bañera. Aparté el pelo castaño que, mojado, se había pegado en su frente, y cuando fui a retirar la mano me agarró la muñeca y me atrajo hacia él. Y me besó. Mi cuerpo cada vez se mostraba más relajado ante la posibilidad de caer encima de él, y me deslicé varios centímetros sobre la tibia porcelana, pero no dejé que el agua me rozara. Excepto dónde él me tocó. La cara. El cuello. Y el brazo.
Y entonces me detuve, porque volvió a mi mente el punzante dolor de su abandono. Y él, ignorante a lo que me pasaba por la cabeza, rió entre dientes.
-¿Recuerdas la primera vez que nos besamos?
-Sí, cómo olvidarlo... ¡Estabas enfadada conmigo!
Enfadada era decir poco, la tensión hacía incluso que saltaran chispas con el sólo rozar del aire con mi piel, pero Kurt aplacó mi furia de tal manera que, finalmente, me dejé hacer. Y después se marchó, sin dejar signo, huella o pista de a dónde iba. Y me dejó sola en un mundo que no conocía. Y el odio, la impotencia y la desesperación me invadieron. Y me fortalecieron. Y me cambiaron.
-¿Sigues ahí?- volvió a rescatarme de mí misma y de mis recuerdos sólo con su voz.
Y levanté la cabeza. Y le miré, sin miedo a que viera mis ojos inundados en lágrimas. Sin miedo a que recordara mi furia. Y volvió a besarme. Y esta vez mi cuerpo no opuso resistencia, y me perdí con él en un mar de burbujas y espuma, de agua caliente coloreada de maravillosos olores.

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