Ante un silencio incómodo, te planteas si el último reducto de amistad y posibilidad se han esfumado.
Y te encuentras con lo menos esperado: a pesar de que no te sea completamente indiferente, no te duele, el miedo no te atenaza el corazón.
Simplemente, lo dejas estar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario